Francisco Machalskys
Aún rumiando la dilusiva realidad/ficción sugerida en aquel filme, papá me invitó a su sesión de yoga.
Una casual visión en el vestuario me vislumbró su inquietante trama.
–Dos chinos pasaron, parecían uno… ¿cuenta como falla de la Matrix?
Papá me escrutó.
–Racista– dijo.
***
Entendí, años después.
Francisco Machalskys
Me vi salir del armario.
–Hola, joven-yo– díjome. Su saludo brotó de mí.
Posconocerme prodújome desconcierto.
–No eres como me soñé– observé desde la cama.
–En tu autoexilio me concebiste.
Silencio.
–¿Puedo revertir…?
–Lo sabes.
Vimos el dactilógrafo.
“Escribe el libro”, resonó en dos tiempos; el suyo, el mío.
Francisco Machalskys
El pequeño dibujó un copo de nieve
-No hay dos iguales, ¿sabías? ¿Crees que éste representa a todos?- Preguntó papá, filósofo buscando aguzar los sentidos de su único hijo.
-Te odio- replicó aquél, harto de intentar agradar a papá.
***
Envejeció. Encerróle en asilo.
-Debilucho- masculló, viendo los barrotes.
Francisco Machalskys
Mamá/papá/hijas veían Up, nuevamente.
Inexorablemente, Ellie siente morir al saberse infértil.
Papá volvió a disimular sus lágrimas.
Propuso un enfoque aleccionador, para variar.
-Pudieron adoptar… tantos bebés necesitando papá y mamá… o dos papás… o dos mamás… o una pareja trans…
-¿Dejarías el discurso inclusivo para luego?- Resopló mamá.
Francisco Machalskys
He tenido que acallar a Thelma y atender más a Louise.
Basta de creer que toda persona hermosa no puede hacerme daño.
Ser fuerte, impasible, como doble de riesgo.
Aunque ante cada Grand Canyon que vea no esté Thelma para decirme “saltemos”.
No eres tan fuerte, Louise.
Francisco Machalskys
Para mis padres fue fácil: cada Halloween pedía me disfrazasen de policía.
En cada año agregaba ademanes nuevos, copiados de la TV y los polizontes del condado, a quienes simpatizaba.
Hoy, adulto, policía soy.
Eterno Halloween, duda de si cumplí mi sueño u olvidé despojarme el disfraz.
Francisco Machalskys
-Regresé- dijo embriagada de mundo pero revalorando lo dejado.
-Te extrañé; poco te importó- replicó aquél, amargamente.
-“Sigue tu sueño”, dijiste…
-…apelando a tu interna sensatez.
Posó su índice en esos labios anhelados.
-Te toca perdonar… no a mí, sino a ti.
Volvió sobre sus pasos, ahora sin rumbo.
Francisco Machalskys
El Quijote veía monstruos. El resto de la gente, molinos de viento.
Y al final se quedó sin gloria, sin escudero, sin dulcinea, y los molinos siguieron batiendo sus aspas al soplar de la brisa, ora suave, ora fuerte, pero siempre fresca.
Francisco Machalskys
Su biblioteca, envidiable por demás, atesoraba desde ejemplares incunables hasta fascículos de revistas faranduleras. Mas obcecábase en la caza inclemente de gazapos: letras erradas, frases inconexas, señalados con pegatinas de colores. “No me preguntéis por su contenido. Perseguir la forma absoluta me aparta inmisericordemente del fondo”, lamentaba.
Francisco Machalskys
Volvían del cine. Aproximábanse al vecindario donde vivían desde niños.
–Hay palabras complejas– comentó uno –como escalofrío.
–Oírla es experimentarlo.
–Calor/frío simultáneo… contradictorio, pero real.
Desenfundó el cuchillo.
–Amigo… –balbuceó, temblando.
–Amigo/enemigo… matándote, te guardo por siempre. Contradictorio y real.
El helado filo concientizóle su palpitante existir, desesperado oxímoron.
Cuentoexpress 